martes, 25 de noviembre de 2008

LA SOLEDAD DE UN HOMBRE SOLO


Aunque el día está dedicado a luchar contra la violencia que se ejerce sobre las mujeres y después de haber estado en la manifestación de todos los años me siento ante el ordenador bastante entristecido por una noticia de la que me acabo de enterar.

Saliendo del Parque de la Constitución me he encontrado con el padre de un antiguo alumno mío, de los que tuve en el primer curso cuando llegué a El Viso, allá por el año 1981. Aquellos niños y aquellas niñas deben tener ahora, la edad de 35 años, es decir tenían 8 años cuando yo los conocí. Desgraciadamente ya no están todos; este padre, al interesarme por su hijo, ya que sabía que estaba enfermo, me respondió tras un sutil llanto, "mi hijo murió hace tres meses". No pude contenerme y aguantando mis lágrimas le contesté, "no puede ser".

La vida y la muerte van unidas por un nexo irrompible y un hecho como éste te lo pone delante de forma brutal. A pesar de que no tuve con este chaval una relación especial, después de que se fuera del colegio, siempre lo he recordado por dos razones, era muy alegre y una buena persona. Tenía una herencia de su madre, que ya falleció también, que consistía en un tic nervioso en los ojos, que le hacía cerrarlos al hablar. Desde luego, cuando te enfrentas a la muerte de esta forma se viene a tu cabeza imágenes que, normalmente, permanecen en el fondo de tu memoria.

Hoy al ver este hombre solo ante la vida, en una profunda soledad no puedo dejar de pensar en ese hijo y en esa esposa que siempre estuvieron con él. Dónde quieras que puedas estar, te envío un recuerdo, amigo José Luis.

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